Ya en 1882 se acordó crear la International Football Association Board para regularizar y unificar las reglas con las cuales se debía disputar un encuentro, hasta entonces algo dejado al libre albedrío en las cuatro federaciones británicas, pero no sería hasta 1886 cuando este órgano empezó a consensuar su trabajo. Hablar de fútbol moderno en 1863, fecha en la cual se crea la Football Association y compararlo al de hoy en día tal y como lo conocemos es una cuestión sumamente aventurada por la evolución que este deporte ha sufrido, sobre todo en sus primeros años de existencia. Tan solo tenemos documentado un pasaje y se rememora a noviembre de 1870 cuando en la ciudad de Jerez de la Frontera acontece un encuentro en el cual según atestigua la prensa ‘gozarán los aficionados a porrazos de un rato de football’, es decir, siendo realistas y no dejándonos arrastrar por el corazón, debió de tratarse de football rugby y no football association o como diría un cronista del onubense diario La Provincia en 1888 refiriéndose al recién reglamentado fútbol, ‘la particularidad de este deporte es que no se juega con las manos o a paletas, sino con los pies, incluso en casos apurados con los hombros o con la cabeza’.
En segundo lugar la Sociedad Española Mercantil e Industrial, con capital alemán y fundadora de la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante, mientras tercera sería la Compañía General de Crédito de España, con capital francés y partícipe en la Compañía del Ferrocarril Sevilla-Jerez de La Frontera y Cádiz, además de algunos ferrocarriles catalanes. Aquel año, el Club Barcelona se clasificó en segundo lugar en la tabla, e Iniesta marcó un gol. El segundo club británico sería el Huelva Recreation Club, sociedad recreativa y polideportiva nacida el 23 de diciembre de 1889 quien también debió de jugar con antelación, probablemente desde 1886 con las reglas IFAB y frente a los clubs de Riotinto y Sevilla. De este Club Inglés de Riotinto, recreativo y polideportivo, nacería el Riotinto Foot-ball Club, pero con toda probabilidad sería posterior a 1889 dado que el propio Young asegura en su testimonio que el Huelva Recreation Club fue el primero en justificar su situación a diferencia de los clubs de Sevilla y Riotinto que lo harían poco después. El mediapunta japonés quiere salir del club y ya ha cerrado un acuerdo con el Benfica.
La empresa ayuda con su presencia a aumentar el volumen de mercancías del puerto barcelonés, siendo una plaza muy importante para la importación de maquinaria británica y exportación de manufacturas y productos catalanes, además de servir como escala para los productos británicos que van dirigidos a Oriente o proceden de aquella remota zona. Los británicos traen su propia flota y sus técnicos, estableciéndose en la localidad y formando una pequeña colonia que poco a poco irá creciendo convirtiéndose en todo un símbolo vigués. Allí mismo constituye una filial, José Roca y Compañía, consolidando un imperio en España que tiene otras ramificaciones y que dará como resultado la presencia de una considerable colonia británica en la ciudad condal la cual se incrementa con los compatriotas que sirven a la industria textil. En ciudades como Huelva su aportación es meritoria dado que la amplia colonia británica suscita interés, está en una situación privilegiada y goza del beneplácito de las fuerzas vivas locales al ser su mayor fuente de ingresos, convirtiéndose en fuente de saber para quien indaga incluso en otros clubs pertenecientes a otros lares. En medio de este pajar hemos de buscar las agujas y aunque a veces pinchan de inmediato, en otros casos pasan desapercibidas y todavía no se han encontrado.
En cambio en ciudades como Vigo, Sevilla, Bilbao o Barcelona las colonias británicas son minoritarias y la próspera burguesía local, al nivel de estas y además autóctona, sobre todo en las tres últimas, requiere mucha más atención que las procedentes de otros países. Todas estas interrogantes son difíciles de responder y aunque todo apunta a que Riotinto es la cuna, lo cierto es que el resto de ciudades mencionadas también pueden anotarse ese tanto, si se le puede denominar tanto, porque al fin y al cabo no lo hacemos nosotros, sino ellos – los británicos -. El suroeste español parece llevar la iniciativa en este sentido en cuanto a la formación de British Club se refiere y gracias a las aportaciones que constan en prensa, pero ciudades como Vigo, Bilbao o Barcelona, quedan tan solo por un par de años a nivel periodístico rezagadas al no existir testimonios sobre su existencia en 1889 o 1890 que las equiparen al suroeste, una tarea aún pendiente en la hoja de ruta de los historiadores.